Una ciudad, Valencia.
Calles y tráfico, gente, ruido. Todo parece estar lleno y, sin embargo el eco resuena en los portales, en las alcantarillas, en las paredes. El eco de una noche sin nombre, en medio de la que me encuentro. En esta ciudad, Valencia.
El mar, se saborea en el viento, pero no lo veo, desde aqui no veo el mar. Pero está presente, en ese eco, en la gente, en el vacío de su ruido. No acaba por convencerme, esta ciudad, Valencia.
Aun no le he dado tiempo, más bien, aun no me he dado tiempo.
Y el frío. Este frío que me empapa y que no se me quita de encima. En mi garganta, bailando como un funambulista, arañando... el frío, que hace que nos resguardemos, que hace esto tan diferente de esa otra ciudad, Sevilla (que no llegó a convencerme) aunque allí haga tambien un frio de mil demonios. Aqui el frío es norteño, es de quedarse en casa y llamar a los amigos, es de película en el sofá... y caricias bajo la manta. Mira, eso me gusta... y más me gustaría si tuviese una manta de cientos de kilómetros, para encontrar tus piececillos, simpre fríos, y calentarlos. Tal vez no me guste esta ciudad porque tú no estas en ella... no, no nos engañemos. Ni esto me disgusta, ni eres sólo tú lo que me falta.
Necesito tiempo libre, y salir a pasear, pensar, escaparme sin huir... y el frío, el frío me mantiene alerta, en medio del vacío del ruido, añorando llenarme de tu silencio... sin frío.
28 diciembre, 2006
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