Que manía con las formas, coño!
Hemos perdido el instinto totalmente, y lo poco que nos que da parece ser algo tan dañino que lo escondemos en el rincón más oculto del cajón de los calcetines... Yo no digo que demos rienda suelta a las pasiones (esto les volvería loco a muchos violadores, capullos y asesinos) pero, por piedad! un poco de libertad!
Porque si a mi me apetece llamarte ZORRA a la cara, porque lo siento, y me lo callo no dejo de sentir las anhelantes ganas de gritarlo.
Nos disculpamos con gente que no conocemos en el autobús tan sólo por un pequeño roce, y luego somos incapaces de decirte a un amigo que el aliento le canta por bulerías. Somos tan asquerosamente correctos que nos sentimos en la obligación de ser ovejitas (no, yo TAMPOCO veo gran hermano!) e inventar cosas o, lo que es peor, comernos lo que nos ahoga por salir.
Y somos capaces de disculparnos, pero mirando al suelo, la vergüenza que nos ata con los cordones de las zapatillas... Y, claro, entonces esta que os habla no se cree ni una palabra, porque ya está acostumbrada a la gente de postal, con paisaje estupendo y matasellos incluído.
Es que no hay nadie ya con valor para decir las cosas como las siente? ya me estoy cansando de esa estúpida cortesía, que no deja de ser una mentira piadosa encubierta con una mala excusa.
Como dice Sabina: dímelo en la calle, vamos, a la cara, si tienes valor.
15 marzo, 2006
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